lunes, octubre 02, 2006

De cómo me hice puta

¿La puta nace o se hace? Así puesto, la pregunta resulta hasta graciosa. Yo diría que todas nacemos putas y putos, y que es la educación la que construye diques de contención para frenar esa inclinación natural del cuerpo a venderse por un precio. Yo jamás pensé que iba a ser puta, como cualquier otra niña, soñé con ser médico, bailarina y profesora. Ni siquiera cuando empecé a meterme en esto pensaba que era puta. Eso es algo de lo que me di cuenta mucho después de haber iniciado este camino, concretamente, el día que vi mi anuncio, con la tarifa de mis servicios, en internet. En ese momento, me puse en la mente de un cliente, y me observé a mí misma desde el punto de vista de alguien que lee anuncios de relax, y traté de evaluarme como producto, me comparé con otras ofertas, otros precios, otros cuerpos, otros textos de incitación al cliente, otros nombres falsos… mientras me observaba a mí misma como mercancía sexual, me di cuenta de que ya era, a todas luces, una puta. De todas formas, no sientan pena por mí, yo no me tengo ninguna lástima por haberme despertado un día frente al hecho de que soy una puta consumada. Antes pensaba que no teniendo un anuncio, o no ofreciendo determinados servicios de naturaleza más escabrosa (griego, etc…), no era yo una puta con todas las letras de la palabra, y de hecho, estaría bien definir en qué momento una persona se convierte irremisiblemente en puta: si es la primera vez que cobra, o es la primera vez que se mira a sí misma como puta. En el fondo, es una cuestión de quién decide cuándo una es puta, ¿lo eres cuando la gente te identifica como tal, o lo eres cuando tú misma te das cuenta de ello?

Es difícil decir cuándo fue la primera vez que cobré por un acto sexual. Una siempre recibe algo a cambio de su propio sexo, sobre todo, si es una mujer muy atractiva. A mí siempre me han deseado, es fácil de ver eso en los ojos de los hombres, una mirada que va un poco más allá de sus palabras, que resulta más intensa que el resto de su expresión… me pasaba ya en el colegio con los profesores. Me explicaban un problema de matemáticas, o cómo saltar el potro y me dedicaban una atención especial, y no les importaba repetirme una y otra vez cómo hacer bien lo que hacía mal, y tenían una paciencia inusual si la comparaba con el tiempo que dedicaban a los fallos de otras compañeras más feas. Y los niños, poco a poco, iban despertando al poder de mi sexo y de su propio deseo. Me llevaban en moto los mayores, por estar más cerca de mí. Me dejaban entrar gratis en todas las discotecas. Me regalaban las consumiciones. Me invitaban a tres o cuatro fiestas cada viernes y cada sábado, y yo notaba que había muchos chavales del cole que no se decidían a dónde ir hasta que yo no lo hubiera decidido. Los primeros pasos en el camino de la prostitución los da una ciegamente a esas edades, cuando te das cuenta de que la naturaleza te ha provisto con una mercancía especial para el trato con la gente, una mercancía de naturaleza transitoria y caduca, la belleza corporal, que todo el mundo busca contemplar ansiosamente, y cuya imagen proporciona una felicidad proporcional al grado de cercanía que les ofrezcas.

La primera vez que hice un servicio de puta, es decir que cobre dinero por sexo, fue por error. Por una confusión. Me había ido a vivir a Madrid para empezar en la universidad, y vivía en un piso de estudiantes compartido con otras chicas de mi región. Para sacarme un dinerillo extra, trabajaba de manera esporádica para una empresa de organización de eventos, como azafata en todo tipo de congresos. Como era de las más guapas, me reservaban para el trato directo con gente importante, ponentes de conferencias, invitados internacionales con categoría de VIPs, etc… Una vez, trabajé en la inauguración de una exposición cultural que había organizado una embajada europea. El organizador estaba preocupado porque el ponente principal, un famoso escritor (por lo menos yo sabía quién era y tenía un libro suyo en casa), no contestaba al teléfono, no cogía llamadas en el hotel y en general, no daba signos de vida… Yo me ofrecía a ir a por él, pues la verdad, me daba cierta curiosidad conocer a este señor, y además hablaba bien su idioma. Cuando llegué al hotel, el recepcionista me dijo que el tal escritor me esperaba en su habitación. Me extrañó, porque ni si quiera se nos había puesto al teléfono. Una vez en la habitación, llamé a la puerta y me abrió sin problemas ni preguntas. El escritor estaba en bata y me debió de confundir con una escort que había encargado por teléfono, y nada más pasar, sin mediar palabra alguna, él me puso un fajo de billetes en la mano. Yo los cogí sin saber de qué se trataba, y él empezó a besarme el vientre. Le dije que se estaba confundiendo, y que venía a recogerle para la inauguración del evento. El tipo iba un poco borracho (y quizás drogado), y me dijo que le daba igual, que pagaba igual por estar conmigo. Yo miré el fajo, no contesté, el tipo inició un camino de besos desde mi vientre, hasta el pecho. Me guardé los billetes y me dejé tocar, friamente. No sabe muy bien por qué lo hice, pero de repente, hasta me pareció excitante tener a mis pies a una eminencia. Ésa fue la primera vez.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué mentiras!!! Estoy seguro que eres un tio.

Lo de tu primera vez parece sacado de una peli de Holywood.

Azafata muy guapa que va a recoger un famoso borracho o drogado y que cuando ve los billetes se deja follar.

Qué imaginación tio!!! Envia algun guion a Spielberg

2:54 p. m.  
Blogger Shams said...

A Hollywood no le gustan mucho las pelis de putas cínicas, esta sería más de cine francés ¿no crees? Las putas en Hollywood son ingénuas y al final se reforman por amor, con la de Pretty Woman, Sabrina o Breakfast at Tiffany's... Spielberg además prefiere historias de judíos y de dinosaurios.

5:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo también dudo de la veracidad de lo que dices, pero me apetece creerte. Te seguiré leyendo aunque seas ficticia, incluso aunque seas un tío con el culo peludo.

5:35 p. m.  
Blogger Shams said...

PETERMAN, duda de todo lo demás, pero no me acuses de tener pelos en el culo, te puedo asegurar que me depilo entera con mucha asiduidad, y que además duele bastante. Ya hablaré sobre la gestión del bello corporal que tenemos que hacer las putas... esa es la tarea de mantenimiento más molesta de nuestro negocio

6:59 p. m.  
Blogger koala said...

Pues leyendo los comentarios de algunos muchachos he empezado a dudar un poco, pero solo un poco por que como te comente yo en ocasiones he hecho cosas con hombres que la verdad en ocasiones nunca quize hacer y en una de tantas veces me pagaron por ello, y como lo dices tu fue por un error.

11:08 p. m.  

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