sábado, octubre 21, 2006

CEGUERA

Sábado por la mañana. Esta noche tengo trabajo, con el ciego. De vez en cuando me llama. Está casado, y no siempre ha sido ciego. Fue un accidente de coche, le saltó el airbag en la cara y le clavó los cristales de sus gafas de sol. No debería escribir estas truculencias en mi blog, pero en fin, que sirva de aviso porque según me cuenta le pasa a más de uno. Lo que me extraña es que se deje la pasta en mis servicios, porque cuando uno ya no ve, ¿qué más le da una puta de 30 euros o una de 350? ¿Qué más le da que sea guapa o fea, gorda o delgada? Siempre suspuse que en la ceguera, la belleza se construye con los sentidos que nos quedan, y al liberarse de la tiranía de la imagen, la posibilidad de resultar atractivos se multiplica: basta una voz bonita, un cuerpo suave al tacto y un olor agradable para resultar tan atractiva como la que más. No está la vista por ahí para bajar puntos y rebajar el atractivo de una persona, tan sólo porque una nariz tiene medio centímetro más de la cuenta, o porque el color de los ojos es demasiado vulgar, los pechos tienen un poco más de caída y las aureolas son demasiado grandes y oscuras, el labio no es lo suficientemente carnoso... pequeñas desviaciones milimétricas hacen que un rostro deje de ser armónico y bello, y al final nos condenamos a una cantidad tan grande de restricciones a la hora de buscar el placer de la contemplación de la belleza, que parece preferible ser ciego para el sexo. Tantas personas que no nos gustaban se harían bellas, sólo por virtud de esos atributos más profundos e íntimos que la vista desprecia en la distancia y la inmediatez con la que recoge sus datos, y que sólo el oído, la nariz, la boca y las yemas de los dedos pueden sentir.

Pues bien, todo esto que pensaba de la ceguera es falso en el caso de mi cliente de esta noche. Él sigue prefiriendo a las chicas que los que pueden ver calificarían como guapas, o más bien "que están buenas." Perdonen mi falta de modestia al respecto, pero para qué iba a mentir, a fin de cuentas sé que soy guapa y trafico con mi cuerpo por ello mismo. Mi cliente dice que hay algo inteligible, que puede intuirse sin la participación de los sentidos, en la belleza física de una mujer. Él lo nota, sabe cuando está con una mujer guapa y cuando está con una fea. Siempre me cita, para explicármelo un poema de Ezra Pound que se sabe de memoria y que acabo de encontrar en internet, así que os lo copio para los que sepáis inglés (no me atrevo a traducirlo, no sea que meta la pata):

Tame Cat

It rests me to be among beautiful women
Why should one always lie about such matters?

I repeat:
It rests me to converse with beautiful women
Even though we talk nothing but nonsense,

The purring of the invisible antennae
Is both stimulating and delightful.

2 Comments:

Blogger Ana Caballero said...

me encanta.... simplemente inspirador.

7:28 a. m.  
Blogger Shams said...

me encanta que te encante...

12:22 p. m.  

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